EL TORTONI

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Durante los fines de la década del 60 y hasta 1980 trabajé en la Casa Central del Banco de la Nación Argentina ubicado a la izquierda de la Casa de Gobierno frente a la Plaza de Mayo.

Fue la época donde transcurrió  mi juventud y donde la vida no me era nada fácil.

Cerca de ese lugar sobre Avenida de Mayo había un lugar llamado Café Tortoni donde recalaba en los momentos de zozobra para recobrar la calma.

Era un verdadero remanso de paz además de ser un lugar histórico de la ciudad.

Por uno de esos avatares del destino el Café todavía se conserva y se convirtió en un sitio emblemático de la ciudad.

En Wikipedia hay en un exhaustivo relato de su desarrollo el cual casi transcribo casi fielmente. Algún genio lo desarrolló y lo puso en este sitio web que como todos sabemos es anónimo.

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El Café Tortoni, ubicado en el 825 de la Avenida de Mayo, en la Ciudad de Buenos AiresArgentina. Su nombre casi sin dudas procede del que fuera a fines de s. XIX célebre Café Tortoni de París. Durante casi un siglo el Café Tortoni porteño-argentino es el más representativo del espíritu tradicional de la dicha avenida de Mayo, y es ya una leyenda de la ciudad de Buenos Aires. En tal café funcionó la peña literaria de mayor predicamento de Buenos Aires, liderada por el pintor Benito Quinquela Martín.

En la actualidad sigue siendo un lugar de difusión cultural y turístico por excelencia.

 

Se sabe que fue inaugurado en 1858, pero existen dos versiones respecto del porqué de su nombre: una de ellas dice que un inmigrante francés de apellido Touan lo estableció en la esquina de Rivadavia y Esmeralda, nombrándolo Tortoni dado que así se llamaba un establecimiento del Boulevard des Italiens donde se reunía la elite de la cultura parisina del siglo XIX.

El escritor francés Stendhal menciona en su novela “Rojo y Negro”de 1830, la existencia de un café Tortoni en París. La otra versión afirma que fue un tal Oreste Tortoni quien habría establecido el café sobre la calle Defensa al 200. Uno de los últimos dueños del Tortoni, el señor Fanego, está a favor de la primera versión y afirma que la segunda nació de un error en un artículo aparecido en un folleto publicitario de uno de los proveedores, en el que se nombraba al tal Oreste Tortoni. Sin embargo Enrique Puccia, historiador de Buenos Aires, descubrió que efectivamente existió una guía de la ciudad donde aparece el Café Tortoni en Defensa al 200. No obstante, el Gran Mapa Mercantil de la Ciudad de Buenos Aires, editado en 1870 por Rodolfo Kratzenstein, lo ubica en Rivadavia y Esmeralda con Monsieur Touan como propietario.

Lo cierto es que en 1880 fue trasladado a su lugar actual: la planta baja de la residencia de Saturnino Unzué en la calle Rivadavia. Era una casa de estilo italianizante, con planta baja y la vivienda en el piso superior. Su fachada se conserva en la actualidad aunque muy deteriorada. El fondo de la construcción era lindero con el Templo Escocés de Buenos Aires, ubicado sobre la calle Piedras y construido hacia 1830.

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En 1882, el intendente Torcuato de Alvear concibió el proyecto de construcción de un gran boulevard al estilo de los creados por el Barón Haussmann durante el siglo XIX en París. La futura vía recibió el nombre de Avenida de Mayo en 1885, y su apertura comenzó en 1888, avanzando entre las calles Rivadavia y Victoria (hoy Hipólito Yrigoyen) y demoliendo las antiguas construcciones que se encontraban en su camino, entre ellas el Templo Escocés.

La casa de la familia Unzué fue afectada por la creación de la avenida y perdió el fondo de su terreno aunque, en vez de demolerse completamente, se la conservó y se le construyó una nueva y más lujosa fachada con salida hacia la nueva vía. La nueva parte de la residencia, proyectada por el arquitecto noruego Alexander Cristophenson en estilo academicista francés, terminó de construirse en 1898 y cuenta con planta baja y dos pisos. La vieja entrada del café por la calle Rivadavia siguió existiendo como puerta trasera de acceso al sector de billar. En la actualidad se encuentra cerrada de forma permanente.

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A finales del siglo XIX el café es comprado por otro francés, Celestino Curutchet, que habitaba en los altos del café.1

En el café funcionó «La Peña», inaugurada en 1926, que fomentó la protección de las artes y las letras hasta su desaparición en 1943.Fue una idea que Quinquela Martín adquirió en un viaje por Francia y decidió poner en práctica en su país, donde amigos y colegas que disfrutaban de la buena conversación no disponían de un espacio adecuado para reunirse. Esta peña había nacido en el café La Cosechera (calle Perú y Avenida de Mayo) y se trasladó luego a las mesas del Tortoni. Como con el tiempo el lugar quedó chico, Curutchet ofreció la bodega de vinos para que pudieran reunirse con más comodidad y trasladó la vinería a otro lugar. Así la sede de la peña, llamada Agrupación Gente de Artes y Letras, se inauguró el 24 de mayo de 1926 y realizó tareas de difusión cultural mediante conciertos, recitales, conferencias, y debates.

Entre los asistentes se encontraban, entre otros, Alfonsina StorniBaldomero Fernández MorenoJuana de IbarbourouArthur RubinsteinConrado Nalé RoxloAntonio Bermúdez Franco Ricardo ViñesRoberto ArltJosé Ortega y GassetJorge Luis BorgesFlorencio Molina Campos. Las mesas vieron pasar figuras de la política como Lisandro de la TorreErnesto Palacio Marcelo Torcuato de Alvear; figuras populares como Carlos Gardel (quien cantó una vez un tango en homenaje al autor italiano Luigi Pirandello, que acababa de dar una conferencia en La Bodega) y Juan Manuel Fangio; prestigiosas figuras internacionales como Albert Einstein Federico García Lorca; y jefes de Estado como Juan Carlos de Borbón.

Cuando la agrupación cerró en 1943, se aprovechó lo recaudado por la venta de los muebles (entre ellos un piano Steinway en el que tocaron Arthur RubinsteinAlejandro BrailowskyLía Cimaglia Espinosa Héctor Panizza) para obtener el granito con el que Luis Perlotti realizó el monumento a Alfonsina Storni en Mar del Plata, comprar amoblamiento para el recreo en el Tigre donde muriera Leopoldo Lugones y erigir un monumento a la memoria de Fernando Fader en Mendoza.

 

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Entre 1962 y 1974, un grupo de escritores (la mayoría jóvenes) se reunió en el café cada viernes en torno a figuras algo mayores como los escritores Abelardo Castillo Humberto Constantini. Los integrantes más constantes de esa peña fueron los narradores Liliana HekerIsidoro BlaistenRicardo PigliaArnaldo LibermanMiguel BrianteVicente BattistaJorge Di Paola Ramón Plaza y el poeta Horacio Salas.

En esas reuniones en el Tortoni se concretaron tres revistas emblemáticas –El grillo de papelEl escarabajo de oro y El ornitorrinco– que fueron decisivas en la dinámica literaria e intelectual argentina de aquellos años.

Los encuentros se realizaban en la parte de atrás del Tortoni, en la actual sala Eladia Blázquez.4

Carlos Gardel, además de cantar dos veces en el café, fue durante un tiempo habitué del lugar. Solía ocupar –según testimonio de Enrique Cadícamo– la mesa del costado derecho junto a la ventana entrando por Rivadavia, donde podía reunirse con amigos sin ser abordado por sus admiradores.5

Actualmente el propietario del café es el Touring Club Argentino. La sala «La Bodega», en el subsuelo, es escenario de diferentes artistas de tango jazz. En este último rubro, es destacable la permanencia de la Fénix Jazz Band, conjunto argentino de jazz tradicional que actúa todos los sábados, desde 1978. También se realizan presentaciones de libros y concursos de poesía. El café conserva la decoración de sus primeros años y la salida por la calle Rivadavia. Tiene además una biblioteca y, al fondo, mesas de billar y salones para jugar al dominó y a los dados.

Durante varios años, el programa de radio La venganza será terrible, conducido por Alejandro Dolina, se transmitió en vivo desde la bodega del Café Tortoni con presencia de público. Luego de la tragedia ocurrida en República Cromañón en diciembre de 2004, se decidió trasladar las transmisiones a un ambiente más amplio y seguro: el Hotel Bauen.

El Café Tortoni es recordado en el tango Viejo Tortoni, con letra de Héctor Negro y música de Eladia Blázquez que ha sido cantado por Susana Rinaldi.

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Es admirable que un lugar de tan grande valor histórico y cultural siga existiendo luego de 158 años. Sobre todo en un lugar donde son pocos los que se dedican a conservar los sitios más representativos de nuestro pasado.

No solo se conserva sino que pasa por uno de los momentos de más fama desde su fundación.

Los turistas extranjeros lo visitan continuamente. Los fines de semana y los feriados hay que hacer una larga fila para entrar.

Si usted es porteño y no lo conoce no cuesta nada acercarse y conocerlo.

Es un lugar tanto histórico como moderno, que, con seguridad, no lo va a defraudar.

 

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13 respuestas to “EL TORTONI”

  1. Rosana Says:

    Recién la leo. Una gran nota. Muy completa.
    No recuerdo haber ido a ese lugar pero san ganas de ir. Buienas imagenes.

  2. cortes Says:

    Conozco ese lugar. Varias veces entrè en el y admirè sus paredes llenas de arte.

  3. mirtari Says:

    Es un lugar selecto. Ideal para visitarlo. Lo he hecho muchas veces. Es un placer recorrerlo.

  4. Liliana Cerizza Says:

    No lo conozco, nunca tuve el placer de entrar y ver y admirar su interior, solo conozco su puerta porque ocasionalmente pasé por allí. Todos dicen que es bellísimo. Es todo lo que puedo decir al respecto.

  5. El Aluno de Alfre Says:

    eee alfre k vuem vloj ermano, te pazazteh viego!!! um juerte avrazo, ezpero k noz zigamoz biemdo y k zigaz alludamdome com el cole. zoz um crá com todaz laz letraz, vueno kuidat, vezoz :*

  6. Daniel Says:

    Alfredo, me pareció muy interesante este artículo sobre el café Tortoni, aunque quiero decirle que yo nunca fui cliente de ahí, sí vi su interior desde la avenida de Mayo donde se encuentra ubicado y me parece un bellísimo lugar, ya sea para compartir con amigos o para ir solo.
    Nos estamos hablando como siempre

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